Introducción

¿Qué es un albañil? ¿De dónde es? ¿Cómo vive?


Desde el punto geográfico y cultural en el que nos encontramos, el albañil es un hombre que ha dejado su tierra y su mundo para construir las casas, y los edificios, y los puentes, y las calles de una ciudad que no es la suya. Se mudan a las urbes que están creciendo; o van y vienen de su casa a la chamba cada semana. El INEGI tiene registrado a la Ciudad de México y Nuevo León como la fuente de trabajo más activa de la Construcción.

Elena Poniatowska, en un texto que acompaña a las fotografías de la construcción del segundo piso del Periférico, muestra el carácter - reacio - y la visión de los albañiles que trabajaron en dicha obra; alguno de ellos, otros no por vergüenza - quizá - permitió que la fotógrafa se acercara a su mundo, a su morada, a su familia, siempre humildes y sencillos.

Un albañil trabaja por su cuenta, a menudo se deja contratar por una empresa o por un arquitecto. La decisión de trabajar aquí o allá está influenciada por la necesidad y por el trato. A nadie le gusta que lo traten mal.

Los albañiles a los que nos hemos acercado trabajan por su cuenta y de esa forma les parece mejor, aunque han pasado por las grandes obras. Van de colonia en colonia, de delegación en delegación (próximamente alcaldías), colando techos, haciendo escaleras, levantando muros, echando pisos, colocando azulejos. A veces no encuentran trabajo, otras tantas les sonríe la vida.
     

Marco teórico: Terminología 


Cuando se habla de terminología, es posible verla desde tres vértices: disciplina, práctica y producto generado por esa práctica. La terminología, en su primera acepción, se concibe como la materia o disciplina que se ocupa de los términos. En la segunda se trata como el conjunto de principios que rigen la recopilación de los términos. Y, en su tercer plano, se define como la lista de los términos de una materia especializada (la terminología de la química, de la física o de la agricultura) y su codificación en forma de glosarios, vocabularios, diccionarios, tesauros y demás esquemas pertinentes.


La Terminología como disciplina surge con la idea de denominar los nuevos conceptos, pero, sobre todo, de normalizar y fijar las nuevas denominaciones que permitan la comunicación entre especialistas de forma precisa y sin ambigüedades. Estas nuevas denominaciones son los llamados términos, objeto de estudio de la Terminología, definidos como unidades léxicas pertenecientes a cada área de conocimiento.


Hay tres perspectivas con las que se mira a la Terminología como disciplina: que es autónoma y auto suficiente, con fundamentos propios y relacionada con otras disciplinas; otra, que es parte de una especialidad bien sea la Lingüística, bien la Filosofía; una más que dice que es interdisciplinar pues selecciona fundamentos de otras para construir su ámbito científico particular. Ante esto, nos decantamos por la última perspectiva, ya que creemos, coincidiendo con Isabel Santamaría en su texto, que es una disciplina con unas bases y unos fundamentos teóricos y un objeto de estudio delimitado, que se define en relación con otras materias de las que toma prestados un conjunto específico de conceptos, y posteriormente elabora su propio objeto y campo de estudio.


En el caso de nuestros términos enlistados, echaremos mano de la Lexicología pues entendemos que los términos en tanto que son unidades que forman parte del sistema léxico de una lengua, forman parte del lenguaje, aunque sea especializado. Santamaría nos aclara que los términos no son muy dstintos de las palabras desde el punto de vista formal y semántico; pero se diferencian de ellas si se consideran criterios pragmáticos o comunicativos, ya que el rasgo más característico de las unidades terminológicas, en contraste con el léxico común, consiste en que sirve para designar los conceptos propios de las disciplinas y actividades de especialidad.

Neologismos

Ya que damos por sentado que el término también es una unidad léxica, y que la Terminología se apoya en la Lexicología, diremos que las unidades terminológicas se crean a partir de recursos internos y externos de los que se valen los lenguajes para anclar los conceptos a la realidad. 
Es así que, a la necesidad de poder designar un objeto o una acción en una circunstancia específica, tenemos que acudir a la Neología. 
 La Neología, nos dice Julio Fernández-Sevilla, es poner en circulación nuevos elementos, puede consistir en la aparición de nuevas unidades léxicas , o bien, en la aparición de nuevos significados para formas ya existentes en la lengua. Puede también ocurrir que se tome una palabra procedente de una lengua extranjera acomodándola a la propia. 
El enriquecimiento léxico, de una y otra forma, está ya clasificado. Por un lado, al proceso de aparición de nuevas unidades léxicas (u.l. de ahora en adelante) tomando como base palabras completas, o parte de ellas -lexema-, se le conoce como neología formal. Cuando tenemos una u.l. y le otorgamos otro sentido, se le conoce como neología semántica. Por el otro lado, al proceso de inmersión de una palabra, proveniente de otra lengua, a nuestro sistema lingüístico se le llama préstamo. Este préstamo, con base en su adaptación o no a la lengua receptora, puede ser un calco femme fatale > mujer fatal -traducción vil-, un calco aproximado gold rush  'carrera del oro' > fiebre del oro; o también un calco semántico cuando se imita el significado: tomo una palabra existente de la lengua y le doy una extensión semántica mouse (hardware) > ratón.

Nuestro interés se centra en la creación de palabras, en la Morfología léxica.



          
  
    



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